22/2/10

El éxito y las emociones positivas


Tal vez el rasgo humano más importante en cuanto al desarrollo de habilidades sea la productividad en el trabajo, más conocida como «sacar las castañas del fuego».

Aunque es casi imposible dilucidar si la mayor satisfacción laboral hace a alguien más feliz o la predisposición a ser feliz es la causa de la satisfacción con el trabajo, no debería sorprender que las personas más felices estén notablemente más satisfechas con su trabajo que las menos felices.

Sin embargo, las investigaciones sugieren que cuanto mayor es la felicidad, se registra más productividad y mayores ingresos.

En un estudio se midió el nivel de emoción positiva de 272 empleados, a los cuales posteriormente se sometió a un seguimiento de su rendimiento laboral durante dieciocho meses. Las personas más felices obtuvieron mejores valoraciones de sus supervisores y un salario más elevado.

En un estudio a gran escala de jóvenes australianos realizado durante quince años, se observó que el elevado nivel de felicidad se relacionaba con mayores posibilidades de obtener un trabajo remunerado y con mejores salarios.

Con el propósito de determinar si lo más importante es la felicidad o la productividad, se indujo felicidad de forma experimental a un grupo de personas del que luego se evaluó su rendimiento, y se llegó a la conclusión de que los adul tos y los niños en quienes se genera buen humor eligen objetivos más elevados, rinden mejor y son más perseverantes en distintas tareas de laboratorio, como resolver anagramas.


Cuando a las personas felices les ocurren cosas malas
La ventaja más clara que poseen las personas felices para desarrollar recursos físicos es su capacidad de enfrentarse a los acontecimientos adversos. ¿Cuánto tiempo es capaz un individuo de sumergir la mano en un cubo de agua helada? La duración media del lapso previo a que se produzca un dolor excesivo se sitúa entre los sesenta y los noventa segundos.

Rick Snyder, profesor de Kansas y uno de los padres de la Psicología Positiva, utilizó esta prueba en el programa de televisión Good Morning America para demostrar los efectos de la emoción positiva a la hora de afrontar la adversidad.

Suministró un test de emoción positiva a los presentadores habituales, en el que una persona llamada Charles Gibson superó a los demás por un considerable margen. Luego, en directo ante las cámaras, cada uno de ellos introdujo una mano en agua helada. Todos la apartaron rápidamente antes de transcurridos noventa segundos, excepto Gibson, que se quedó allí sonriendo —no haciendo una mueca— y cuando hubo que realizar la pausa publicitaria todavía tenía la mano en el cubo.

Cuando se halla amenazada, la gente feliz no sólo soporta mejor el dolor y torna más precauciones relacionadas con la salud y la seguridad, sino que sus emociones positivas anulan a las negativas.

Barbara Fredrickson enseñó a unos estudiantes una escena de la película de The Ledge, en la que un hombre avanza lentamente por la cornisa de un rascacielos, pegado a las paredes. En un momento dado el sujeto se suelta y queda colgando sobre el tráfico que discurre abajo. Ante este hecho, el ritmo cardiaco de los alumnos aumentó hasta límites insospechados.

Justo después de este vídeo se mostraron a los estudiantes otros cuatro fragmentos de película: «olas», que genera satisfacción; «cachorro», que provoca diversión; «palos», que no produce ninguna emoción; y «llanto», que induce tristeza.

Tanto los fragmentos «cachorro» con «olas» redujeron el ritmo cardiaco, mientras que «llanto» hizo que el mismo, ya de por sí elevado, se incrementara todavía más.

FELICIDAD Y VICTORIA-VICTORIA: REPLANTEAMIENTO DE LA EVOLUCIÓN

La teoría de Barbara Fredrickson y todos los estudios mencionados me convencieron plenamente de que valía la pena que me esforzara en poner más emoción positiva en mi vida.

Al igual que muchos compañeros que ocupan la mitad fría en la distribución de la positividad, me consolé sin problemas con la excusa de que no era importante cómo me sentía, porque lo que yo en realidad valoraba era interactuar de forma satisfactoria con el mundo.

Pero sentir emociones positivas es importante, no sólo porque resulta agradable por derecho propio, sino porque genera una mejor relación con el mundo.

Si desarrollamos más emotividad positiva en nuestra vida, desarrollamos amistad, amor, una mejor salud física y mayores logros. La teoría de Fredrickson también responde a las preguntas: ¿por qué sientan bien las emociones positivas? ¿Por qué sentimos, a secas?

La ampliación y el desarrollo positivo son las características básicas de un encuentro de victoria-victoria.

Lo ideal sería que el hecho de leer este artículo fuera un ejemplo de una relación de este tipo: si he hecho bien mi trabajo, he crecido intelectualmente al escribirlo, y lo mismo le ocurrirá al lector cuando recorra estas páginas.

Estar enamorado, entablar una amistad y educar a los hijos redundan casi siempre en un importante beneficio mutuo. Casi todos los avances tecnológicos (como por ejemplo la invención de la imprenta) constituyen una interacción de victoria—victoria. La imprenta no restó un valor económico equivalente a otra actividad, sino que generó un notable incremento de valor.

Aquí radica la causa que con mayor probabilidad pueda servir de explicación a la existencia de los sentimientos. Los sentimientos negativos configuran un sistema sensorial del tipo “aquí hay dragones” que dispara una alarma y nos dice inequívocamente que nos encontramos ante una situación de victoria—derrota. Los sentimientos positivos también constituyen un sistema sensorial.

Sentimiento positivo es un neón que dice: “Aquí hay crecimiento”, y nos advierte de la posibilidad de un encuentro victoria—victoria.

Activando un talante expansivo, tolerante y creativo, los sentimientos positivos maximizan los beneficios sociales, intelectuales y físicos que se van acumulando.

Martin Seligman

9/2/10

El cuadro tradicional del éxito (I)

El problema para la mayoría de las personas que quieren ser exitosas no es que no puedan alcanzar el éxito. El principal obstáculo es que lo entienden mal.

Maltbie D. Babcock dijo: «Uno de los errores más comunes, y el más costoso, es pensar que el éxito se debe a algún genio, a algo mágico o alguna otra cosa que no poseemos».
¿Qué es el éxito? ¿Cómo es? La mayoría tiene un cuadro vago de lo que significa ser una persona de éxito y se parece a algo como esto:
La riqueza de Bill Gates,


el físico de Arnold Schwarzenegger,


(o de Cindy Crawford),


la inteligencia de Albert Einstein,


la habilidad deportiva de Michael Jordan,


las proezas comerciales de Donald Trump,


la gracia y presencia social de Jackie Kennedy,


la imaginación de Walt Disney y


el corazón de la madre Teresa.
Eso suena absurdo, pero está más cerca de la verdad de lo que nos gustaría admitir. Muchos de nosotros visualiza el éxito con parecerse a otra persona. Pero es obvio que usted y yo no podemos ser algo distinto de lo que somos, y especialmente no podemos ser ocho personas. Más importante que esto: no debe desear tal cosa. Si trata de ser como una de esas personas, usted no tendría éxito. Sería una mala imitación de ellos, y eliminaría la posibilidad de ser la persona que usted debe ser.
CUADRO ERRÓNEO DEL ÉXITO
Aun si evita la trampa de pensar que el éxito consiste en ser como otra persona, todavía podría tener un concepto erróneo de lo que es. Francamente, la mayoría de las personas lo malinterpreta. Lo identifican -por error- con algún logro, con alcanzar una meta o cumplir un objetivo.

A continuación enumero los conceptos erróneos más comunes acerca del éxito:
RIQUEZA
Posiblemente, el malentendido más común sobre el éxito es pensar que es lo mismo que tener dinero. Muchas personas creen que si acumulan riquezas, serán exitosos. Pero la riqueza no produce satisfacción ni éxito.
Al empresario John D. Rockefeller, un hombre tan rico que regaló más de 350 millones de dólares durante su vida, se le preguntó una vez cuánto dinero necesitaría para quedar satisfecho. Su respuesta: «Sólo un poco más».

El rey Salomón, del antiguo Israel, de quien no solo se dice fue el hombre más sabio sino también el hombre más rico que haya existido, afirma: «Quien ama el dinero, de dinero no se sacia.Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente».
En el mejor de los casos, la riqueza y lo que esta trae, son cosas fugaces. Por ejemplo, en 1923, un pequeño grupo de los hombres más ricos del mundo se reunieron en el Hotel Edgewater Beach de Chicago, Illinois. Eran la elite de la riqueza y del poder. En aquel tiempo, ellos controlaban más dinero que la cantidad total existente en el Tesoro de los Estados Unidos. Esta es una lista de los que estuvieron allí y lo que a la larga les ocurrió:

Albert Schwab, presidente de la industria independiente de acero más importante: murió en la bancarrota.
Arthur Cutten, el más grande de los especuladores de trigo: murió insolvente en el extranjero.
Richard Witney, presidente de la Bolsa de Valores de Nueva York: murió poco después de ser puesto en libertad de la prisión de Sing Sing.
Albert Fall, miembro del gabinete de un presidente de los Estados Unidos: se le indultó de la prisión para que muriera en su hogar.
Jess Livermore, el «oso» más grande de Wall Street: se suicidó.
Leon Fraser, presidente del Bank of International Settlements: se suicidó.
Ivar Kreuger, jefe del monopolio más grande del mundo: se suicidó.

El cuadro tradicional del éxito (II)


UN SENTIMIENTO ESPECIAL
Otro concepto equivocado es que una persona ha alcanzado el éxito cuando se siente exitosa o feliz. Pero tratar de sentir el éxito es probablemente más difícil que tratar de hacerse rico.

Miremos, por ejemplo, al magnate de bienes raíces Donald Trump.

Él dijo: «La verdadera medida del éxito es cuán feliz eres. Tengo muchos amigos que no tienen mucho dinero, pero son mucho más felices que yo, de modo que puedo decir que probablemente son más exitosos».

Trump, a quien muchos consideran exitoso, cree que la felicidad es el éxito. Quizás sus felices amigos piensen que él es quien ha tenido éxito. Esta creencia demuestra que muchas personas igualan el éxito con lo que no tienen.

La búsqueda continua de la felicidad es una de las principales razones por la que muchas personas se sienten miserables. Si haces de la felicidad tu meta, estás destinado a un fracaso seguro. Estarás continuamente en una montaña rusa, y pasarás del éxito al fracaso con cada cambio de humor. La vida es incierta y las emociones inestables. No se puede descansar en la felicidad como la medida del éxito.

POSESIONES ESPECÍFICAS Y VALIOSAS
Piense en el pasado, en su niñez. Es posible que haya habido momentos en los que deseó algo con todo el corazón, y creyó que si lo obtenía, esto haría una diferencia importante en su vida. Para mí, fue una bicicleta Schwinn color vino tinto y plateada. Cuando tenía nueve años, lo que estaba de moda en el vecindario era hacer carreras en bicicleta. Teníamos carreras cortas para decidir quien era el más veloz y hacíamos rampas de madera para ver quién saltaba más lejos. Algunos sábados hacíamos un mapa con una ruta a campo traviesa que nos llevaba a recorrer media ciudad de ida y vuelta. ¡Qué bien la pasábamos con nuestras bicicletas!
En aquel tiempo, corría una bicicleta vieja que había sido de mi hermano Larry, y tenía problemas para mantenerme en línea con algunos de los niños que tenían bicicletas más nuevas. Imaginaba que si tenía esa bicicleta Schwinn nueva, podría estar entre los mejores. Tendría la bicicleta más nueva, más rápida y más linda de todos mis amigos, y los haría tragar el polvo que levantaría.
En la mañana de Navidad de ese año, cuando fui a mirar lo que había en el árbol, tuve una visión de lo que debía ser una bicicleta. Eso era antes, cuando las bicicletas eran bicicletas. Eran sólidas como tanques. Y la mía tenía todo lo que pudiera desear: faldones en los tapabarros, cromo, campanillas, luces: una joya. Por un tiempo estuve feliz. Amé esa bicicleta y pasé largas horas corriéndola. Pero pronto descubrí que no me dio el éxito ni la satisfacción que había deseado y esperado.
Ese proceso se ha repetido muchas veces en mi vida. Descubrí que el éxito no llegó cuando fui titular del equipo de baloncesto del colegio, ni cuando fui presidente del centro de estudiantes de la universidad, ni cuando compré mi primera casa. Nunca ha llegado como resultado de poseer algo que deseé. En el mejor de los casos, las posesiones son un activo temporal. El éxito no se alcanza ni se mide de esa manera.

EL PODER
Charles McElroy bromeó en una ocasión: «El poder es usualmente reconocido como un excelente antidepresivo de corta duración». Esa afirmación contiene una gran dosis de verdad, pues el poder suele dar la apariencia de éxito, pero aún así, es solo transitoria.
Quizás haya escuchado antes la cita del historiador inglés Lord Acton: «El poder tiende a corromper; el poder absoluto corrompe absolutamente».

Abraham Lincoln hizo eco de esa creencia cuando dijo: «Casi todo hombre puede resistir la adversidad, pero si quieres probar el carácter de un hombre, dale poder». El poder es realmente una prueba de carácter. En manos de una persona íntegra, es un gran beneficio; en manos de un tirano, causa una terrible destrucción. En sí mismo, el poder no es positivo ni negativo. No es fuente de seguridad ni de éxito. Además, todos los dictadores -aun los benevolentes- eventualmente pierden el poder.
LOGRO
Muchos tienen lo que llamo la «enfermedad del destino». Creen que si llegan a alguna parte-obtienen una posición, alcanzan una meta o tienen una relación con la persona adecuada-serán exitosos. En algún momento, tuve una opinión similar del éxito. Lo definía como el logro de una meta predeterminada que valía la pena. Pero con el paso del tiempo comprendí que esa definición se quedaba corta.
No hay dos personas que tengan el mismo cuadro de lo que es el éxito
El simple hecho de alcanzar unas metas no garantiza el éxito ni la satisfacción. Mire lo que ocurrió con Michael Jordan. Hace unos años atrás, decidió retirarse del baloncesto, diciendo que había logrado todas las metas que se había propuesto. Entonces se fue a jugar béisbol en las ligas menores, pero no por mucho tiempo. No podía estar alejado del baloncesto. Jugar el juego, estar en medio de la acción, era lo importante. ¿Puede verlo? El éxito no es una lista de metas que se van tachando una tras otra. No es llegar a un destino. El éxito es un viaje.

Vincent M. Roazzi