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8/10/09

Cómo Desarrollar en su Hijo la Inteligencia Exitosa (I)

Hubo un tiempo en el cual, para saber si un niño era excepcional, se le suministraba una prueba de CI (inteligencia convencional)(1).

Esto fue lo que Lewis Terman hizo en su famoso estudio sobre niños excepcionales realizado en la Universidad de Stanford en 1921. Terman hizo lo mismo en un estudio menos conocido, pero igualmente importante, en el Hunter College.

En ambos estudios los CI promedio estaban alrededor de 150, un puntaje logrado por tan solo una pequeña fracción del uno por ciento de la población. ¿Qué ocurre con las personas de tan alto CI?

Los resultados de estos dos trabajos -uno desarrollado en la costa oeste y el otro en la este- fueron prácticamente idénticos. La mayoría de estos individuos identificados como excepcionales alcanzaron altos niveles educativos y llegaron a ser profesionalmente exitosos. La mayoría de ellos se sentían satisfechos con sus logros profesionales y en otros campos de la vida. Pero los dos estudios arrojaron otro resultado desconcertante: muy pocos de estos individuos ultrainteligentes se convirtieron en eminencias en sus respectivos campos, lo cual condujo a un grupo de investigadores a preguntarse por qué tanto intelecto no conducía a la eminencia. En pocas palabras, las pruebas de CI parecían haber seleccionado a quienes habrían de adaptarse cabalmente a las demandas de la sociedad, pero no a aquellos que habrían de moldearla, no a quienes la conducirían en el futuro.

Estos resultados no sólo no son sorprendentes, sino predecibles. Las pruebas de CI siempre se han orientado a medir la habilidad de una persona para adaptarse a su medio. Así lo establecieron Alfred Binet y David Wechsler, diseñadores de las dos pruebas convencionales de inteligencia más conocidas y usadas. Desde 1921 hasta hoy, en los simposios de sicólogos especialistas en inteligencia, ésta ha sido típicamente definida como la habilidad para adaptarse al medio. Según esto, las pruebas de CI cumplen en algo con aquello para lo que fueron diseñadas.

LA INTELIGENCIA ACADÉMICA CONVENCIONAL (IC)
Las pruebas de CI son parcialmente efectivas, pero, ¿hasta qué punto y por qué? Ellas no miden tan bien la adaptabilidad como lo pensamos alguna vez y, más aún, al producir sus resultados, no sólo pueden fallar en la identificación de nuestros líderes potenciales, sino que pueden realmente desviarlos de su ruta.Las pruebas de inteligencia miden principalmente dos tipos de destrezas cognitivas: las memorísticas y las de razonamiento analítico. Para ello se valen casi siempre de ítems verbales y cuantitativos, y algunas veces también de ítems figurativos (geométricos). Se ajustan bien a aquellos niños que:

1. han recibido una educación de alta calidad
2. a la manera occidental;
3. son hablantes nativos del inglés, o lo han aprendido bien y han tenido experiencias enriquecedoras con él en el medio familiar en el que crecieron;
4. han tenido experiencias que -en la sociedad occidental- les permite el nivel de vida de la clase media y media alta;
5. tienden a pensar bien de manera convencional, aunque algo estrecha
6. sin cuestionarse si este tipo de pensamiento arroja respuestas "correctas", y
7. lo hacen con rapidez.

Los niños que cumplen estos criterios muy posiblemente serán excelentes en la escuela, que enseña y evalúa el logro según las mismas características valoradas por las pruebas de inteligencia convencional. Y no hay nada de malo en ellas; de hecho, están moderadamente asociadas al buen desempeño escolar y, en menor medida, a varios criterios de éxito en la vida. Sin embargo, aún existe un problema.

No todos los niños excepcionales se ajustan a la descripción "tipo CI" de la excepcionalidad. Por lo anterior, algunos niños son identificados y "exaltados" como excepcionales -lo que sin duda son-, pero la excepcionalidad de otros se pasa por alto. ¿Quiénes son esos otros niños que podrían convertirse en la siguiente generación de líderes?

Robert J. Sternberg

Cómo Desarrollar en su Hijo la Inteligencia Exitosa (II)

DEL CI A LA INTELIGENCIA MÚLTIPLE (IM)
Howard Gardner ha propuesto la necesidad de ampliar el rango de las destrezas cognitivas medidas para incluir las Inteligencias Múltiples:

(1) lingüística (leer un libro, escribir un poema);

(2) lógico-matemática (resolver problemas matemáticos o lógicos);

(3) espacial (organizar las maletas en el baúl del auto);

(4) musical (componer o cantar una canción);

(5) cinético-corporal (bailar o jugar fútbol);

(6) interpersonal (comprender a los demás);

(7) intrapersonal (comprenderse a uno mismo);

(8) naturalista (encontrarle sentido al mundo natural).

Esta teoría tiene la ventaja de ampliar enormemente la manera de identificar la excepcionalidad. Sería de esperar, en general, que los niños de CI alto tuvieran un buen desempeño en las primeras dos o tres inteligencias, pero no necesariamente en las otras. Por el contrario, aquellos niños excelentes en las otras podrían no parecer particularmente brillantes en una prueba de CI. La propuesta de Gardner responde, aunque no por completo, a las limitaciones de las pruebas de CI.

DE LA IM A LA INTELIGENCIA EMOCIONAL (IE)
Otros investigadores han sugerido que para comprender la inteligencia y saber quien es excepcional debemos ir más allá del ámbito cognitivo y acceder al emocional, a la Inteligencia Emocional, un concepto muy popular y ampliamente debatido en tiempos recientes En esencia, la inteligencia emocional es la habilidad para comprender, regular y canalizar efectivamente las emociones.

¿Es importante la Inteligencia Emocional? Sin duda lo es. Todos sabemos de niños que cayeron en desgracia con sus profesores por sus arranques intempestivos u otros ejemplos de un comportamiento emocional poco regulado. El problema no se limita a los niños.

Conozco a un hombre que -siendo ejecutivo de una importante compañía-, cuando se le informó que había sido descartado para un ascenso, llamó y regañó a su jefe por la pésima escogencia. El hombre no solamente perdió el ascenso, sino también su empleo.

Pese a que la evidencia investigativa sobre la Inteligencia Emocional ha aparecido lentamente, ahora se reconoce más la importancia de esta área funcional. Para adaptarse al ambiente, la gente no sólo necesita ser efectiva en el uso de sus destrezas cognitivas, sino también en el de las emocionales.

Robert Sternberg

Cómo Desarrollar en su Hijo la Inteligencia Exitosa (III)

DE LA IE A LA INTELIGENCIA EXITOSA (IX)(2)
La inteligencia emocional representa de cierta forma la otra cara de la moneda de la inteligencia académica y, tal vez, de la inteligencia múltiple. Una tiene que ver con destrezas cognitivas, la otra con habilidades emocionales. ¿Existe alguna forma de combinar estos distintos tipos de inteligencia?

Una solución a este problema es lo que he llamado Inteligencia Exitosa (IX), esto es, la habilidad de una persona para alcanzar el éxito en la vida, ya sea según modelos personales o ajenos. Esta inteligencia es de naturaleza distinta a la de los otros tipos de inteligencia, puesto que es única para cada individuo. Por lo tanto, no pueden graficarse puntajes para la inteligencia exitosa de la misma manera como potencialmente podría hacerse con los de CI, IM e incluso IE.

Una persona es inteligente exitosamente en la medida en que sea capaz de saber qué hace bien y qué no tanto, para luego concebir cómo capitalizar o aprovechar al máximo sus fortalezas, al tiempo que compensa o corrige sus debilidades. Las fortalezas y debilidades de la gente son tan diversas como la gente misma. La mayoría de las personas que tienen éxito en sus vidas, como sea que se defina, son aquellas que saben quiénes son -qué tienen para ofrecerse a sí mismos, a los otros, y al mundo en general. Encuentran formas para utilizar al máximo sus diversos talentos, así como para vivir con sus debilidades.

La implicación de esta teoría es que la cosa más importante que puede hacer un padre por su hijo es ayudarle a encontrar su patrón de fortalezas y debilidades. Este patrón bien puede tener poco o incluso nada que ver con los tipos de talentos que en él reconoce la escuela. Por ejemplo, a los diecisiete años mi hijo se hizo piloto; a los dieciséis, mi hija tocaba el oboe y el fagot. Ninguna de estas destrezas fue particularmente valorada por la escuela. Lo importante no es tanto lo que la escuela valora, sino lo que el niño puede convertir en su empeño vital.

Yo estudiaba psicología de manera independiente cuando era adolescente, en aquellos días en que casi ninguna escuela secundaria ofrecía sicología. Mis profesores estaban vagamente al tanto de lo que yo hacía, pero no terriblemente interesados en ello. De adulto, convertí ese interés en una carrera y en una búsqueda constante.

La Inteligencia Exitosa involucra una mezcla de muchos tipos de destrezas, pero tres de ellas son particularmente importantes: las destrezas analíticas -de los tipos medidos por las pruebas convencionales de CI-, así como las destrezas creativas y las prácticas, que no pueden medirse con pruebas convencionales.

Aquellos niños con altos niveles de destrezas creativas y prácticas suelen no ser identificados como excepcionales, e incluso pueden ser vistos como "niños problema". El niño creativo puede leerse como divergente, el práctico como desmotivado. Estos calificativos son correctos en cierto sentido. Los niños creativos sí tienden a ser divergentes, y los prácticos tienden a desmotivarse frente a un trabajo académico que tiene muy poca o ninguna conexión con la vida cotidiana.

En lugar de ver estos atributos como deficiencias, la escuela puede concebirlos como fortalezas, si enseña y si evalúa el logro de modo tal que permita reconocer esas importantes habilidades.

Mis colegas y yo realizamos un estudio en el cual identificamos estudiantes de secundaria con destrezas convencionales (del tipo CI), pero también con destrezas creativas y prácticas. Luego les dictamos un curso universitario de psicología, de una manera que bien pudiera permitirles o impedirles capitalizar sus fortalezas y compensar o corregir sus debilidades.

En otras palabras, los ubicamos en salones que podían acomodarse o no sus patrones de habilidades. El hallazgo crucial fue que los niños que fueron instruidos de una manera que reconocía y premiaba su patrón de habilidades se desempeñaron significativamente mejor que aquellos otros que fueron instruidos de una manera que podemos denominar "una sola talla para todos los tamaños".

Las escuelas probablemente pueden mejorar el logro de muchos niños si tan solo enseñan de una manera que reconozca y capitalice las fortalezas de los estudiantes, mientras les permite compensar y corregir sus deficiencias.

Robert Sternberg

Cómo Desarrollar en su Hijo la Inteligencia Exitosa (IV)

LO QUE PUEDEN HACER LOS PADRES
He aquí siete estrategias para ayudarle a su hijo a desarrollar Inteligencia Exitosa:

1. Encuentre las fortalezas y llévelas al máximo. La búsqueda puede ser frustrante. Con frecuencia implica intentar con muchas y diferentes áreas de interés, buena parte de las cuales no conducen a ninguna parte. En ocasiones usted y su hijo desearán simplemente rendirse. Pero piense en cuántos niños potencialmente excepcionales no serán identificados jamás porque ellos y sus padres nunca se tomaron la molestia de desentrañar sus fortalezas. Una de las mejores cosas que usted puede hacer por su hijo es encontrar esas áreas fuertes -incluso una- que lo ubiquen en un lugar aparte. Cuando llegue el día en que ese niño se presente a una universidad, cabrá recordar que las fortalezas poco frecuentes son las que marcan la diferencia entre un joven y los demás. Universidades como Yale y Harvard pueden encontrar muchos estudiantes con buenas calificaciones y puntajes sobresalientes en distintas pruebas, pero lo que buscan es ese algo especial que hace sobresalir a un candidato de los otros.

2. No piense convencionalmente. Al buscar las fortalezas, no piense convencionalmente. Las fortalezas pueden estar en cualquier parte: áreas académicas, música, teatro, literatura, siderurgia, dibujo, escultura, arqueología, atletismo, inversiones, arreglo de cosas, inventos, trabajo con animales, capacidad empresarial, costura, jardinería o interacción con otros. Al explorar opciones, el límite principal está en nuestra imaginación.

3. Encuentre las debilidades y corríjalas o compénselas. Los niños también necesitan saber qué es lo que no hacen bien. Una vez identificadas estas debilidades, ayúdele a su hijo a corregirlas tanto como sea posible, o diseñe estrategias de compensación. Muchas debilidades hacen muy poca diferencia en la vida de la gente. Mi trabajo artístico es terrible, pero he podido sobrevivir fácilmente sin esta habilidad. Pero, si la debilidad de su hijo está en un área en la cual debe desempeñarse -lenguaje, matemáticas, ciencias-, entonces trabaje para desarrollar estrategias compensatorias y correctivas.

4. Permito errores y falsos caminos. La búsqueda de fortalezas y debilidades -y de las formas para manejarlas- conducirá inevitablemente a errores y a seguir rutas por caminos falsos. En tanto sociedad, tendemos a abominar ambos resultados. Por el contrario, aprenda a recibirlos como oportunidades de aprendizaje. No hay mejor manera de aprender que de los errores propios y de los caminos falsos que uno ha tomado.

5. Encuentre lo que sea correcto para su hijo, así no sea lo que habría sido correcto para usted. No puedo decirles cuántos estudiantes universitarios conozco que están estudiando derecho, medicina o negocios simplemente porque era lo que sus padres querían que hicieran. En últimas podrán lograr cierto éxito en estos campos, pero por lo general no el mismo que hubieran alcanzado si hubieran seguido sus propios intereses y fortalezas. Nunca soñé que mi hijo obtuviera una licencia para conducir aviones, ni era lo que tenía en mente para él. No me enloquece el fagot. Sin embargo, motivé a mis hijos para que encontraran el camino correcto para ellos, no el camino que hubiera deseado yo que hubiesen seguido.

6. Motive los riesgos importantes. Encontrar el camino correcto implica riesgos, porque muchas veces la gente viaja primero por los caminos equivocados. También cometerán errores mientras transitan por estos caminos -e incluso mientras lo hacen por el correcto. El camino correcto puede finalmente no ser el mismo que los amigos, las autoridades escolares o incluso los padres valoran como tal. Los niños y sus padres necesitan tomar el riesgo de encontrar cuál es el camino correcto para cada niño. Las oportunidades para asumir riesgos importantes incluyen los programas de verano, los campamentos, los semestres de intercambio, los programas voluntarios extraclases, los internados y cosas por el estilo.

7. Exalte a su hijo. La Inteligencia Exitosa está al alcance de todos. Representa una noción muy diferente a la noción convencional del tipo CI. El asunto no es si las fortalezas están allí. El asunto es si podemos hallarlas. ¡Búsquelas, y habrá de encontrarlas!

Notas.
*. Título original en inglés: "Developing Your Child's Successful intelligence". Traducción de Juan Carlos Muñoz C., con la colaboración de Vanessa Vargas D., profesores del Instituto Alberto Merani. Se publica la traducción en español con autorización expresa del autor.
1. La sigla CI reemplaza a Coeficiente Intelectual. Su equivalente en inglés es la sigla IQ, Intellectual Quotient. Aquí se respeta el uso que hace el autor de esta sigla, aun cuando se la traduce. Ella aparece desde el inicio del texto en relación con el término Inteligencia Convencional (Académica) a tal punto que, a partir de la postura teórica desarrollada en este documento, podrían ser asumidos los dos constructos como sinónimos. (N. del T.)
2. Se utiliza aquí la sigla IX para reemplazar el término Inteligencia Exitosa, con el fin de evitar una posible confusión con la sigla IE, que reemplaza el término Inteligencia Emocional. (N. del T.)

30/8/09

Obstáculos al desarrollo de la Inteligencia Exitosa (I)

Como aprendí por experiencia propia, uno de los mayores obstáculos al desarrollo de lo que llamo inteligencia exitosa son las expectativas negativas por parte de las figuras que encarnan la autoridad. Cuando estas figuras, ya se trate de maestros, administradores, padres o empleadores, tienen expectativas pobres, eso mismo suele llevarles a obtener de un individuo precisamente lo que esperan de él.

El proceso puede comenzar en la escuela, pero por lo general no termina en ella. Las malas calificaciones se convierten en un billete para el carril lento de la vida.

Así, lo que tan fácilmente nos empuja por la cuesta descendente a la ruina no es el bajo cociente intelectual por sí mismo, sino las expectativas negativas que genera.

Las personas con inteligencia exitosa desafían las expectativas negativas, aun cuando tales expectativas se basen en bajos rendimientos en tests de Cociente Intelectual o similares. No permiten que la evaluación de otras personas les impidan alcanzar sus objetivos. Encuentran su camino y luego lo siguen, sabiendo que encontrarán obstáculos a su paso y que parte de su reto consiste precisamente en superar esos obstáculos.

Un segundo gran obstáculo para la inteligencia exitosa es la inseguridad acerca de nuestra propia eficacia. No se trata tan sólo de la interposición de las expectativas negativas de los demás, sino de que estas expectativas son contagiosas y terminan por retraer a una persona de desarrollar sus potencialidades para el éxito.

Las personas con inteligencia exitosa son autoeficientes. Confían en sus posibilidades. Advierten que, a menudo, los límites de lo que pueden hacer están más en lo que se dicen a sí mismas que no pueden hacer que en lo que realmente no pueden hacer.


Las personas con inteligencia exitosa buscan activamente modelos. Es posible que tengan varios modelos a lo largo de la vida, y su propio éxito representa la unificación de los mejores atributos de los diversos modelos. En otras palabras, no siguen servilmente a ningún modelo en particular, sino que más bien forman su propia identidad distintiva.

También observan a la gente que fracasa, toman nota de por qué fracasa y luego se aseguran de obrar de otra manera.

Se han realizado muchas investigaciones que muestran la gran debilidad inherente al Cociente Intelectual como elemento de predicción de resultados posteriores. Pero en lugar de concluir que el coeficiente el intelectual no es muy importante, hay investigadores que concluyen extrañamente que las habilidades que mide el cociente intelectual son la causa de los éxitos o fracasos posteriores. La investigación no muestra eso. Lo que muestra la investigación es una relación estadística, no una relación causal.

Las etiquetas no son simples descripciones de la realidad, sino que contribuyen a moldear la realidad.

El Cociente Intelectual (CI o IQ) concierne a la etiqueta que se supone que predice si una persona será o no capaz de realizar un trabajo determinado, ya se trate de lectura, escritura o creación de un plan empresarial. La inteligencia concierne a las habilidades que capacitan en verdad a una persona para leer, escribir o crear un plan empresa rial técnicamente perfecto, diga lo que diga el test.

La inteligencia exitosa concierne a la escritura de la historia o del informe que no sólo es técnicamente bueno, sino que cambia el modo de pensar de las personas; concierne al diseño de un plan empresarial que no sólo es perfecto, sino que lanza a una empresa eficaz a un mundo competitivo.

La idea de poner en relación el Cociente Intelectual con los logros en la vida es una idea descarriada, pues el cociente intelectual es un elemento pobrísimo de predicción de los logros en la vida. Aumentamos la importancia del cociente intelectual al determinar los caminos de los niños, ya desde la escuela primaria, sobre la base de sus puntuaciones en estos tests o en otros similares. El niño que tal vez un día podría llegar a ser un gran escritor, no tendrá oportunidad de desarrollar las habilidades verbales que lo capaciten para realizar ese potencial. ¿Y por qué? Porque un día, en el primer curso de primaria, fracasó en un test de lectura.

Obstáculos al desarrollo de la Inteligencia Exitosa (II)

Las personas con inteligencia exitosa se percatan de que el medio en el que se encuentran puede o no capacitarlas para sacar el máximo partido a su talento. Buscan activamente un medio en el que no sólo puedan realizar su trabajo con competencia, sino introducir una diferencia. Crean sus propias oportunidades antes que aceptar pasivamente las limitaciones que a esas oportunidades imponen las circunstancias en las que les toca vivir.

¿Por qué los norteamericanos se preocupan tanto por los test de inteligencia? Hay pocos países en el mundo que los tengan tan en cuenta. Otros países tienen en cuenta las pruebas de resultados, tanto como nosotros o más aún. Pero este tipo de test mide las habilidades y los conocimientos reales. Se puede entender que se dé valor a lo que uno sabe. Pero es menos claro que se dé valor a un test que mide lo que uno podría o no llegar a saber.

El Cociente Intelectual (CI o IQ)concierne a las puntuaciones que se obtienen en diversos tests que se emplean en escuelas y en empresas. La inteligencia concierne a lo que uno puede conseguir realmente. Y la inteligencia exitosa concierne a lo que uno puede conseguir realmente y que además marque una diferencia para uno mismo y para los demás.

Las personas con inteligencia exitosa que no puntúan bien en los tests, al reconocer el exceso de confianza que nuestra sociedad deposita en éstos, estudia la manera de obtener mejores resultados y así incrementa las oportunidades de alcanzar sus objetivos. Si no pueden mejorar sus puntuaciones hasta los niveles deseados, encuentran caminos alternativos para sus fines.

Las personas con inteligencia exitosa tratan de comportarse de tal manera que no sólo resulten competentes, sino que se destaquen de los sujetos que obtienen resultados normales. Advierten que la diferencia entre competencia y excelencia puede ser pequeña, pero que son inmensas las compensaciones, tanto internas como externas, que favorecen a la excelencia.

Si se le pregunta al señor Spock, de la famosa Star Trek, cuál es la temperatura exterior y se le dice que se prefiere la medida en la escala Fahrenheit antes que en la Celsius o la Kelvin, contestará inmediatamente: «72,849273 grados». No hay nada como la precisión a la hora de conocer la temperatura. En realidad, en nuestra sociedad no hay nada como la precisión a la hora de conocer prácticamente cualquier cosa, incluso la medida de la inteligencia. C

on los resultados estandarizados de los tests uno se queda con una abrumadora sensación de precisión; mejor aún, de exactitud. Podemos hablar de un cociente intelectual de 116 —preciso hasta tres dígitos— o de un resultado de SAT de 580, y así sucesivamente. Pero hay un problema. Nuestras habilidades para medir la temperatura y para medir la inteligencia no son las mismas.

En lo que respecta a la temperatura, sabemos exactamente qué estamos midiendo. En lo que concierne a la inteligencia, no.

Además, en el primer caso, lo único que nos impediría ofrecer mediciones con la misma exactitud que el señor Spock sería la precisión de nuestros instrumentos: con un termómetro lo suficientemente preciso, nuestra medida de la temperatura puede aproximarse mucho a la exactitud. En cuanto a los tests de cociente intelectual, puesto que no sabemos exactamente qué estamos midiendo, la creciente precisión de la medición es en gran parte mera ilusión.

Dicho de otra manera, la creciente nitidez de la imagen de una pantalla cinematográfica no hace que los objetos representados sean más reales.

Robert Sternberg

Naturaleza de la Inteligencia Exitosa

La inteligencia que nos conduce al triunfo, según el Dr. Robert Sternberg (Universidad de Yale), es distinta tanto del coeficiente intelectual, que implica logros académicos, como de la inteligencia emocional, que implica la modalidad de pensamiento más idónea para las relaciones personales.

Requiere habilidad en tres tipos de pensamiento: el creador, el práctico y el analítico, de manera que las personas que poseen este tipo de inteligencia son motivadas, autocontroladas, perseverantes e independientes; se muestran siempre astutas para conseguir resultados a partir de lo que hacen, pues disponen del saber práctico necesario para hacerlo bien casi todo y para encontrar maneras de superar sus limitaciones; y, lo más estimulante de todo, en el fondo poseen una inteligencia que se puede medir y desarrollar.

La inteligencia emocional representa de cierta forma la otra cara de la moneda de la inteligencia académica y, tal vez, de la inteligencia múltiple. Una tiene que ver con destrezas cognitivas, la otra con habilidades emocionales. ¿Existe alguna forma de combinar estos distintos tipos de inteligencia?

Una solución a este problema es lo que he llamado Inteligencia Exitosa
, esto es, la habilidad de una persona para alcanzar el éxito en la vida, ya sea según modelos personales o ajenos. Esta inteligencia es de naturaleza distinta a la de los otros tipos de inteligencia, puesto que es única para cada individuo.

Por lo tanto, no pueden graficarse puntajes para la inteligencia exitosa de la misma manera como potencialmente podría hacerse con los de CI, IM e incluso IE.

Una persona es inteligente exitosamente en la medida en que sea capaz de saber qué hace bien y qué no tanto, para luego concebir cómo capitalizar o aprovechar al máximo sus fortalezas, al tiempo que compensa o corrige sus debilidades.

Las fortalezas y debilidades de la gente son tan diversas como la gente misma.

La mayoría de las personas que tienen éxito en sus vidas, como sea que se defina, son aquellas que saben quiénes son -qué tienen para ofrecerse a sí mismos, a los otros, y al mundo en general. Encuentran formas para utilizar al máximo sus diversos talentos, así como para vivir con sus debilidades.

Estas son algunas diferencias entre la inteligencia exitosa y la tradicional:

TESTS. La inteligencia exitosa no se mide con pruebas porque éstas se centran en la inteligencia académica inerte y no en la que está activa y se pone en práctica en la vida.

CANTIDAD. Uno no tiene una cantidad fija de inteligencia. Por lo tanto, es modificable. Se puede aumentar o disminuir si se la usa o no.

CLAVE. La inteligencia no es un problema de cantidad, sino de equilibrio. De saber cuándo y cómo usar las habilidades.

ORIGEN. La inteligencia es en parte heredada y en parte ambiental. Se desarrolla a lo largo de la vida y con las influencias familiares, de amistades y vínculos que se van creando.

FLEXIBILIDAD. Es un elemento importante. Hay que enseñar a los niños a enfocar los problemas desde varios puntos de vista y a ver cómo otras culturas abordan los problemas.

Abel Cortese

29/8/09

Inteligencia Exitosa: el modelo de ODI-Latinoamérica

A nuestro modesto entender, al modelo triangular del Dr. Stenberg le falta, en principio, la Inteligencia Emocional, ya reconocida hoy en todo el mundo como la piedra angular del Cociente de Éxito.

Por otro lado, multiples investigaciones indican que el Trabajo en Equipo y todo lo que con el se relaciona es fundamental para la creación de un éxito amplio y sostenido.

Es en ese sentido que, en una investigación reciente, THE ORGANIZATION DEVELOPMENT INTERNATIONAL ha propuesto un nuevo modelo que se basa en dos esferas, y es el siguiente:

ESFERA INDIVIDUAL:
1) INTELIGENCIA COGNITIVA
2) INTELIGENCIA EMOCIONAL
3) INTELIGENCIA CREATIVA
4) INTELIGENCIA PRACTICA
5) INTELIGENCIA FINANCIERA


ESFERA INTERPERSONAL:
6) INTELIGENCIA ORGANIZACIONAL
7) INTELIGENCIA COMERCIAL


Este modelo parece responder mas a la evidencia empirica basada en el analisis de cientos y cientos de casos de personas que alcanzaron un exito integral en sus vidas, dando testimonio del enorme potencial humano que cada uno de nosotros puede desarrollar.

Abel Cortese

Qué es la Inteligencia Exitosa: el modelo de Robert Sternberg

El concepto de "inteligencia" ha sufrido numerosos cambios, como era de esperarse, a lo largo del tiempo.

Un importante planteo que hasta el momento, según mi juicio, ha sido desaprovechado es el de 'INTELIGENCIA EXITOSA', aunque en parte esto quiza se deba a que su principal exponente, el Dr. Robert Stenberg, curiosa e inexplicablemente ha omitido incluir la Inteligencia Emocional en su modelo.

La inteligencia exitosa es la habilidad intencional para adaptarse a diferentes ambientes, moldearlos y seleccionarlos, así como para lograr propósitos propios y de nuestra sociedad y cultura (Sternberg, 1996).

La inteligencia exitosa implica que un individuo pueda distinguir su patrón de fortalezas y debilidades, para luego hallar las formas de capitalizar las primeras y de compensar o corregir las segundas.

Según esto, no existe un solo conjunto de habilidades a medir para caracterizar completamente la inteligencia exitosa de las personas. La gente, al menos parcialmente, alcanza el éxito de maneras idiosincrásicas, lo cual implica encontrar cuál es la mejor manera de explotar sus propios patrones de fortalezas y debilidades.

La inteligencia exitosa difiere de diversa forma de las nociones convencionales, más académicas de la inteligencia. Considérense algunas de las diferencias más importantes.

Las definiciones convencionales de la inteligencia hacen énfasis en la adaptación a ambientes existentes (véase, por ejemplo, "La inteligencia y su medición", 1921; Sternberg y Detterman, 1986). Según esto, una persona es inteligente en la medida en que pueda adaptarse a los ambientes existentes.

El problema con esta definición es que asigna al individuo un papel relativamente pasivo en relación con el contexto ambiental: éste demanda; aquél responde.

Pese a que el papel pasivo puede describir adecuadamente la inteligencia en muchos marcos escolares -e incluso en los laborales de bajo perfil-, no describe el papel activo que asumen las personas al plantearse objetivos y al lograrlos en el curso de sus vidas.

Las concepciones convencionales de inteligencia se han diseñado con frecuencia en relación con tipos de tareas relativamente abstractas y académicas (por ejemplo, Binet y Simón, 1916; Piaget, 1972). Las pruebas convencionales han hecho énfasis en tales tareas; por lo general, la validación de estas concepciones -y las pruebas que se derivan de ellas- se dan en términos de desempeño escolar o del resultado en las pruebas estandarizadas de logro, que miden dicho desempeño. Por el contrario, la inteligencia exitosa no puede medirse adecuadamente sólo con tareas de tipo abstracto o académico, ni puede validarse bien mediante calificaciones escolares.

Las nociones convencionales de inteligencia parecen hacer énfasis en destrezas en extremo relevantes para la escuela, pero que quizás son algo menos importantes más adelante.

Así, la memoria y las destrezas analíticas -del tipo privilegiado por las teorías tradicionales de inteligencia (véase Carroll, 1993; Gardner et al., 1996; Sternberg, 1990)- son muy importantes en la escuela y, pese a que siguen siéndolo después, lo son considerablemente menos, mientras otras entran cada vez más en juego.

Por lo tanto, es quizás poco sorprendente que las pruebas convencionales de inteligencia predigan mejor las calificaciones escolares que el desempeño laboral (Wagner, en prensa). Más interesante aún resulta el que estas pruebas no sean ni siquiera los mejores predictores de todos los aspectos del desempeño escolar.

Para la inteligencia exitosa de prácticamente cualquier persona son relevantes ciertas habilidades: las creativas, las analíticas y las prácticas (Sternberg, 1985a, 1988a, 1996). Las habilidades analíticas son necesarias para analizar y evaluar las opciones disponibles en la vida; las creativas, para generar dichas opciones; y las prácticas, para implementarlas y hacerlas funcionar.

Abel Cortese