8/10/09

Cómo Desarrollar en su Hijo la Inteligencia Exitosa (III)

DE LA IE A LA INTELIGENCIA EXITOSA (IX)(2)
La inteligencia emocional representa de cierta forma la otra cara de la moneda de la inteligencia académica y, tal vez, de la inteligencia múltiple. Una tiene que ver con destrezas cognitivas, la otra con habilidades emocionales. ¿Existe alguna forma de combinar estos distintos tipos de inteligencia?

Una solución a este problema es lo que he llamado Inteligencia Exitosa (IX), esto es, la habilidad de una persona para alcanzar el éxito en la vida, ya sea según modelos personales o ajenos. Esta inteligencia es de naturaleza distinta a la de los otros tipos de inteligencia, puesto que es única para cada individuo. Por lo tanto, no pueden graficarse puntajes para la inteligencia exitosa de la misma manera como potencialmente podría hacerse con los de CI, IM e incluso IE.

Una persona es inteligente exitosamente en la medida en que sea capaz de saber qué hace bien y qué no tanto, para luego concebir cómo capitalizar o aprovechar al máximo sus fortalezas, al tiempo que compensa o corrige sus debilidades. Las fortalezas y debilidades de la gente son tan diversas como la gente misma. La mayoría de las personas que tienen éxito en sus vidas, como sea que se defina, son aquellas que saben quiénes son -qué tienen para ofrecerse a sí mismos, a los otros, y al mundo en general. Encuentran formas para utilizar al máximo sus diversos talentos, así como para vivir con sus debilidades.

La implicación de esta teoría es que la cosa más importante que puede hacer un padre por su hijo es ayudarle a encontrar su patrón de fortalezas y debilidades. Este patrón bien puede tener poco o incluso nada que ver con los tipos de talentos que en él reconoce la escuela. Por ejemplo, a los diecisiete años mi hijo se hizo piloto; a los dieciséis, mi hija tocaba el oboe y el fagot. Ninguna de estas destrezas fue particularmente valorada por la escuela. Lo importante no es tanto lo que la escuela valora, sino lo que el niño puede convertir en su empeño vital.

Yo estudiaba psicología de manera independiente cuando era adolescente, en aquellos días en que casi ninguna escuela secundaria ofrecía sicología. Mis profesores estaban vagamente al tanto de lo que yo hacía, pero no terriblemente interesados en ello. De adulto, convertí ese interés en una carrera y en una búsqueda constante.

La Inteligencia Exitosa involucra una mezcla de muchos tipos de destrezas, pero tres de ellas son particularmente importantes: las destrezas analíticas -de los tipos medidos por las pruebas convencionales de CI-, así como las destrezas creativas y las prácticas, que no pueden medirse con pruebas convencionales.

Aquellos niños con altos niveles de destrezas creativas y prácticas suelen no ser identificados como excepcionales, e incluso pueden ser vistos como "niños problema". El niño creativo puede leerse como divergente, el práctico como desmotivado. Estos calificativos son correctos en cierto sentido. Los niños creativos sí tienden a ser divergentes, y los prácticos tienden a desmotivarse frente a un trabajo académico que tiene muy poca o ninguna conexión con la vida cotidiana.

En lugar de ver estos atributos como deficiencias, la escuela puede concebirlos como fortalezas, si enseña y si evalúa el logro de modo tal que permita reconocer esas importantes habilidades.

Mis colegas y yo realizamos un estudio en el cual identificamos estudiantes de secundaria con destrezas convencionales (del tipo CI), pero también con destrezas creativas y prácticas. Luego les dictamos un curso universitario de psicología, de una manera que bien pudiera permitirles o impedirles capitalizar sus fortalezas y compensar o corregir sus debilidades.

En otras palabras, los ubicamos en salones que podían acomodarse o no sus patrones de habilidades. El hallazgo crucial fue que los niños que fueron instruidos de una manera que reconocía y premiaba su patrón de habilidades se desempeñaron significativamente mejor que aquellos otros que fueron instruidos de una manera que podemos denominar "una sola talla para todos los tamaños".

Las escuelas probablemente pueden mejorar el logro de muchos niños si tan solo enseñan de una manera que reconozca y capitalice las fortalezas de los estudiantes, mientras les permite compensar y corregir sus deficiencias.

Robert Sternberg

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