1. Vincule individualidad con colaboración. Con frecuencia los genios naturales no se amoldan bien al trabajo en equipo. Durante la enseñanza secundaria muchos de nosotros tuvimos que participar obligatoriamente en proyectos de grupo en los que acabábamos por realizar la mayor parte del trabajo o tolerar métodos no creativos y resultados mediocres. Hacer todo uno mismo exige mucho tiempo, a menudo de un modo innecesario, y en ocasiones representa una actitud arrogante. Otros pueden ayudarle y le ayudarán si les brinda la oportunidad. Resístase a sabotear sus esfuerzos con críticas y una postura hostil. Se trata en realidad de reconocer los valores propios y evitar cuanto nos arrastre a derroches innecesarios de energía. Tal vez una de las razones por las que existen tantas funciones en nuestra sociedad compleja es precisa mente porque cada uno cuenta con un hueco propio que, a fin de operar bien, exige que todos participemos, bien recibiendo ayuda o prestándola.
Si usted podría ser un ejecutivo eficaz en una oficina pero no le seduce la tarea, asígnela a otro a quien le atraiga. Si ha de pintar, cantar o recaudar fondos para un fin benéfico, déjese guiar por su sentido de autosuficiencia, más sin que le domine. Encuentre el puesto que le corresponde, sin necesidad de asumir un compromiso indebido; no se comporte como si tuviera un título especial para desempeñar ese trabajo, y no se empeñe en ser el único actor de un espectáculo cuya gloria se reduce a la afirmación de una esquiva autonomía.
2. Haga las cosas con orden o de un modo diferente según con venga. Numerosos relatos y partituras maravillosos fueron iniciados por el final o la mitad. ¿Quién ha dicho que las cosas deban hacerse según un orden específico? Muchas personas creativas utilizan eficazmente esquemas, listas y cuadros de planificación. Otros sistematizan todo en su existencia salvo sus actos creativos, que dejan que se rijan por sí mismos. Considere la posibilidad de casar estructura y flexibilidad. y reflexione exactamente cómo llevar a la práctica semejante unión. Abrirse a nuevas vías para el logro del objetivo deseado puede proporcionar beneficios imprevistos. Acostúmbrese a poner en tela de juicio sus hábitos en un esfuerzo por ensanchar sus reflexiones; experimente maneras inexploradas de abordar su más íntima necesidad de expresarse con osadía.
Tal vez le resulte útil la lectura (le uno de esos libros que des criben el modo en que un individuo descubrió algo mientras proyectaba conseguir otra cosa (por ejemplo, los papelillos adhesivos de Post-it, los cornetes de helado, el telescopio). Tome en serio a su yo explorador y déle rienda suelta.
3. Practique el autoadiestramiento creativo, sobre todo en momentos de incertidumbre. La falta de confianza en su capacidad de hacer algo bien o mejor que cualquier otro le mantendrá estanca do en sus titubeos. Combata la desmoralización interna. Identifique y frustre las tácticas del miedo que le paraliza; no tiene más fuerza que la del fantasma escondido en su armario cuando era niño.
Cuando le agobien ciertas señales mentales de alarma como «error» o «no es ése el modo de proceder», aquiete su mente e indague con mayor hondura. Determine con serenidad si es real mente imperativo ciar inedia vuelta antes de tener la convicción de que debe cambiar de dirección. Recuerde cada día que la aprensión y los elementos ignotos son parte intrínseca del progreso. Aprenda a familiarizarse con la ambigüedad. Ensaye nuevas actividades con menos temor a parecer estúpido, teniendo presente que alguien las desaprobará por brillantes que sean. Persista inteligentemente en sus esfuerzos del modo en que hizo Albert Einstein. Cuando le preguntaron cómo trabajaba, contestó: «¿Que cómo trabajo? A tientas».
Prémiese cuando inicie y prosiga tareas tediosas. Las obligaciones rara vez resultan placenteras, pero a menudo son necesarias si se pretende disfrutar en otros campos. Valore las sensaciones positivas y las ventajas que reporta acabar lo que se emprende. Recuerde que un amplio porcentaje del éxito procede de prestar atención a los aspectos más rutinarios. No basta, por ejemplo, ci deseo de ser escritor para que aparezca una palabra en el papel. Enorgullézcase del producto emanado de la regularidad del proceso y del empeño tenaz. Reflexionando sobre su éxito la famosa autora Gloria Steinem afirmó que le desagradaba escribir pero que le entusiasmaba haber escrito.
Identifique a los adversarios capaces de impedirle llevar a cabo la tarea que se ha impuesto, esos pensamientos de «puedo hacerlo más tarde» que a veces invaden su conciencia. Prevéngase contra el tormento de distracciones, pensamientos, sentimientos, conductas y sugerencias del entorno que pretendan apartarle de su labor. Halle nuevos modos de rechazar los castigos. Si necesita diez minutos de meditación para tranquilizarse y concentrarse, tómelos. Si eso significa cerrar temporalmente su puerta y pasar las llamadas al contestador automático, hágalo. O acaso está creando problemas en un sector con la única finalidad de no abordar otro? ¿Programa su jornada de una manera que constituye una invitación a la demora? Tal vez las reuniones antes de la comida sean más productivas que las sesiones de planificación a primera hora de la mañana. Siéntase libre de ordenar su programa y entorno de la forma que le resulte más ventajosa.
Tenga cuidado con la costumbre de exagerar e interpretar cualquier acontecimiento como una catástrofe. No olvide nunca las palabras del mitólogo Joseph Campbell: «El último dragón está dentro de usted.»
Como tiende a gravitar hacia la complejidad, quizá se haya impuesto infinidad de deberes y responsabilidades que acabarán por abrumarle. La reflexión exponencial en términos de «y luego... y luego... y luego» puede desvirtuar sus tareas y convertirlas en monstruos formidables de los que tenga que huir. Acuérdese de que ir de un punto a otro exige dar una serie de pasos cortos, no una gran zancada. Concéntrese sucesivamente en cada aspecto de su objetivo. Cuando su empeño se le antoje descomunal e imposible, póngase unas imaginarias anteojeras y fije su atención sólo en la porción del trabajo para ese día.
Utilice sus talentos de manera que propicien el progreso personal. Aborde las tareas identificando lo que debe hacer primero si pretende avanzar (por ejemplo, hacer una visita a un posible cliente: brindar una sugerencia en la reunión de hoy: asistir a una clase). Emplee el que yo denomino «método de los cinco minutos», una estrategia para animarse a persistir cuando las cosas se ponen difíciles. La mayoría de las personas están dispuestas a tolerar circunstancias desagradables (como una reunión menos que productiva) durante varios minutos: haga, pues, lo mismo con su tarea.
Para emplear mi método de los cinco minutos, acuerde consigo mismo que persistirá en la tarea realmente concentrado durante ese tiempo, al cabo del cual podrá abandonarla si es preciso. Al final de los cinco minutos, consagre un momento a la evaluación. Si nada desastroso ha ocurrido, continúe cinco minutos más y así sucesivamente. Dígase: Estoy llegando a algún sitio. Esto no es tan malo. Le sorprenderá descubrir cómo esos cinco minutos se convierten en horas de trabajo cuando repetidas veces se otorgue permiso para abandonar la tarea. La evitación es siempre una elección; nadie puede obligarle a hacer lo que no quiere. El conocimiento de que usted asume una decisión elimina de alguna manera la tenaz oposición que se alza en el camino del progreso.
Cuidado con las consideraciones del tenor «cuanto más, mejor». Si invierte toda su energía en aras de la productividad, acabará por ser menos productivo. Esto es un hecho científico. No se engañe al respecto. Parte del «trabajo» más eficaz se realiza durante el tiempo de ocio, cuando la mente se halla en libertad para sintetizar información y operar creativamente. Domine la ansiedad inicial que provoca dejar al margen la tarea con objeto de ser más eficiente en términos generales. Recargar las pilas es tan importante como dedicar una hora a sacar más partido del trabajo efectuado. Tenga en cuenta que el equilibrio le evitará tropiezos. Busque el término medio: ni demasiado ni muy poco.
Absténgase de buscar defectos y lanzar reproches, porque tal actitud mengua su capacidad de resolver creativamente los problemas. Si precisa que alguien le prepare un informe o repare su coche. No se distraiga con reprimendas y discusiones que le absorban. Gritos y quejas jamás han redactado un informe o arreglado un amortiguador. Cuando necesite tomar medidas para evitar en el futuro problemas con otros, hágalo después de haber concluido la tarea que tiene entre manos. No cierre los oídos a una información desagradable que quizá le convenga saber. Es posible que de momento le parezca oportuna esa sordera selectiva, pero sólo servirá para agravar los problemas más tarde. Mantenga abierta su mente y admita la existencia de obstáculos inesperados; una vez que se acostumbre a observar esa actitud, logrará fortalecer su sentido del control.
Estime positivo el progreso paulatino y valore todos los pequeños esfuerzos que realiza para convertirse en quien puede ser. Congratúlese cada vez que emprenda y prosiga equilibradamente una tarea orientada hacia un objetivo. Puede obsequiarse con una buena comida o regalarse un disco. Al final de cada día, tome nota de todas sus realizaciones. Con toda probabilidad habrá más de las que usted suponía. Utilice sus destrezas de supervisión para aprobar cada detalle de su productividad. No preste excesiva atención a los deslices. Tenga presente que un revés no es equiparable a un fracaso.
4. Busque compañeros solícitos, genios naturales como usted, para constituir un equipo en el empeño contra las demoras y las dudas acerca de ustedes mismos. Usted nunca será una persona demasiado madura para recurrir al sistema de camaradería. El sentimiento de ser comprendido y estimulado por un compañero que prescinde del perfeccionismo le brindará un respaldo adicional y un medio de hacer frente a expectativas elevadas y nociones irracionales que traten de convencerle de que en la demora estriba la solución. Acuerde con su amigo que, con el fin de estimularse, al menos una vez a la semana comprobarán cómo va la tarea del otro. Esa ayuda recíproca contribuye a superar los pensamientos medrosos que le inducen a la evasión. Ríanse juntos de los hábitos antiguos y elogien los éxitos del otro.
5. Otorgue un trato preferente a la acción íntimamente dirigida. La realización de uno mismo constituye una actividad, incluso cuan do se trata de meditación pasiva. Tom Peters y Robert Waterman, expertos en dotes de mando, recomiendan un «sesgo hacia la acción» cuando proponen: «Hágalo, arréglelo, pruébelo.» Todos los preparativos, sistematizaciones y análisis del mundo no son equiparables a la realización de una tarea. Actúe, reaccione después, cambie de dirección y vuelva a actuar a medida que progrese. Siéntase de vez en cuando en libertad para balancearse en el borde, el lugar atrayente donde reside la innovación. Niéguese a permanecer varado durante largos períodos de tiempo. Las personas que en verdad destacan comprenden que no cabe evitar el duro esfuerzo que supone la consecución de un objetivo.
Lo que los gurús empresariales Tom Peters y Robert Waterman han observado acerca de las organizaciones eficaces es también válido para los genios naturales: «El afloramiento más importante y visible del sesgo hacia la acción en las compañías eficientes es su disposición a ensayar cosas, a experimentar, a probar diferentes caminos asimilando todos los fracasos que sean necesarios, sabiendo que éstos son el precio del aprendizaje que lleva al éxito”.
Jack Canfield
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