Inteligencia Organizacional: Liderazgo
En 1895, el economista italiano Wilfredo Pareto postuló ‘la regla del 80 por ciento versus el 20 por ciento’. Este principio, conocido hoy como ‘la regla de Pareto’, señala que un 20% de las actividades de una compañía producen el 80% de los resultados.
Por ejemplo, en una empresa generalmente hay un 20% de los clientes que constituyen el 80% del volumen de negocios.
En otra empresa, el 20% de sus productos pueden representar el 80% de las ventas.
En términos generales, puede decirse que un 20% de las actividades diarias son responsables de un 80% del éxito que se obtiene, mientras que el otro 80% de las actividades representan sólo un 20% del éxito.
Esta regla, a pesar del tiempo transcurrido desde su postulación, sigue reflejando con bastante exactitud la realidad de la actividad económica y comercial de una empresa. Es algo que debe tenerse en cuenta como una guía a la hora de planificar, de la misma manera que también puede utilizarse, como guía, una clasificación en cuanto a las acciones que se desarrollan en una compañía. Comúnmente se considera que hay cuatro clases de acciones:
1. Las que son tanto urgentes como importantes. A éstas generalmente las conocemos como emergencias. Usualmente también las conocemos con el nombre de problemas o crisis. Por supuesto, el arte de administrar consiste en evitarlas lo más posible.
2. Las que no son urgentes y tampoco importantes; pueden ser catalogadas como simples trivialidades.
3. Existen algunas acciones que sí son urgentes, pero no importantes. A éstas las llamaremos simplemente urgencias. Para no quedar atrapados en las urgencias, hay otra regla a tener en cuenta, que dice: ‘Si nos encargamos de solucionar lo realmente importante, lo urgente suele solucionarse por sí solo’.
4. Finalmente, tenemos aquellas acciones o actividades que no son urgentes, pero sí importantes, las cuales denominaremos prioridades. Estas constituyen las acciones en las que hay que concentrarse, porque están íntimamente ligadas con la visión, la misión y los objetivos de la empresa.
Esta discriminación de las acciones que debe llevar adelante una compañía se analiza y se decide en detalle en el proceso de planificación.
Abel Cortese
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