Comúnmente se supone que la inteligencia aumenta con la edad (véase SIEGLER y RICHARDS, 1976, y STERNBERG, 1980). Sin embargo, es posible adoptar la posición contraria, esto es, que la inteligencia no aumenta con la edad. Nos gustaría especular brevemente acerca de algunas de las suposiciones y tesis que podrían subyacer en esta diferencia.
Un hecho es evidente, la ejecución en tests escolares y de inteligencia sufre aumentos considerables con la edad. A medida que crecen, los niños responden correctamente un mayor número de ítems; no obstante, es posible que este progreso simplemente refleje el hecho de que los niños llegan a saber más acerca del mundo que los rodea. Los tests de inteligencia evalúan este conocimiento, que puede ser considerado una evaluación indirecta de la capacidad de aprendizaje.
Decir que los niños de mayor edad son más brillantes que los niños más jóvenes equivale a equiparar conocimiento con inteligencia e ignorancia con estupidez. Como ejemplo consideremos a un niño de doce años con un coeficiente de inteligencia de 80 y a un niño de cuatro años con uno de 120. ¿Quién es más inteligente? El niño mayor puede saber más y respondería correctamente un mayor número de ítems de un test de inteligencia, pero la ejecución del niño menor es mejor en relación con su grupo de edad; asimismo, podemos predecir con cierta confianza que cuando este niño cumpla doce años y si no sufre lesiones cerebrales, obtendrá un resultado superior al conseguido por el niño mayor cuando tenía doce años.
Propondríamos que las dos conclusiones respecto a la relación entre edad e inteligencia se desprenden de los dos tipos de teorías.
La teoría 1, que puede ser considerada como una teoría absoluta, ve a la inteligencia como el funcionamiento eficiente de una serie de habilidades y procesos. Una teoría de este tipo definiría la inteligencia como la habilidad para tratar con efectividad tareas académicas.
A medida que aumenta la edad de los individuos de nuestra sociedad, éstos se hacen más eficientes en una amplia serie de tareas relevantes; adquieren un mayor número de habilidades; las llevan a cabo con mayor eficiencia; se aproximan a un estado final idealizado; se hacen más inteligentes. Estas teorías tratan alegremente los progresos ontogenéticos en la ejecución académica, pero no mencionan algunos aspectos importantes de las diferencias individuales, especialmente la relativa constancia del coeficiente de inteligencia. Dentro de estas teorías, si la inteligencia aumenta desde un punto de vista ontogenético, es necesario especificar los factores que limitan este crecimiento a fin de mantener la clasificación jerárquica de un individuo a través del tiempo.
El enfoque de la teoría 2 sostiene que la inteligencia es un término relativo; la inteligenoa es la serie de procesos que, conjuntamente, explican la capacidad relativa de un individuo para destacar en campos académicos. Para dichas teorías uno de los rasgos sobresalientes de los resultados de los tests de coeficiente de inteligencia es que, si bien existen algunas excepciones obvias (véase SIEGLER y RICHARDS), éstos tienden a mantenerse constantes durante amplios períodos de tiempo (si esto no fuese así, existiría un menor interés y menos controversias en torno a la administración de tests de inteligencia).
Las teorías relativas no tienen problemas para explicar esta constancia —simplemente la reconocen como un hecho— pero además tienen que explicar los factores estables subyacentes que pueden dar lugar a aumentos en el nivel de ejecución. Postular una teoría según la cual la capacidad para aprender o para operar con la información disponible es estable a través del tiempo y da lugar a aumentos o descensos acumulativos en el nivel de ejecución resulta al menos comprobable y señala asimismo la existencia de amplias áreas terapéuticas.
De forma tentativa, la teoría sugeriría que a medida que madura una persona, ésta adquiere un mayor número de recursos a través del aprendizaje, siendo mayor el crecimiento de estos recursos entre los sujetos más eficientes. A medida que los sujetos más capaces van pudiendo operar con esta información de forma más eficiente para generar y adquirir más conocimientos, continúan manteniendo su ventaja y, al mismo tiempo, llegan a ser capaces de enfrentarse a una variedad cada vez más amplia de situaciones problemáticas.
Según esta tesis, las estimaciones de la velocidad de aprendizaje deberían indicar que los niños pequeños con una elevada inteligencia serían capaces de aprender con mayor rapidez dentro de un nuevo campo que un niño de mayor edad pero menos inteligente. Independientemente de que esta opinión resulte razonable o no, nuestro punto sigue siendo el mismo. Los teóricos deberían mostrarse más sensibles a las potenciales diferencias y, a fin de facilitar la comunicación, deberían ser explícitos por lo que se refiere a sus suposiciones subyacentes.
Jeff Hawkins
11/10/09
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despues de tantas vueltas no se responde a la pregunta del titulo...
ResponderEliminarAjajajaja coincido con lo mismo...
ResponderEliminarIndirectamente te estan diciendo que la inteligencia no aumenta ni disminuye, con la edad, pero lo que si aumenta es el aprendizaje, no mencionan si disminuye, pero es obvio que si, por factores biologicos. ;)
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