QUE LA AUTOESTIMA, JUSTAMENTE ENTENDIDA Y BIEN MANEJADA”
John Milton
Hay múltiples aspectos, y otras tantas definiciones, de la autoestima.
Una dice que es ‘la evaluación que efectúa y generalmente mantiene el individuo con respecto a sí mismo. Expresa una actividad de aprobación o desaprobación e indica en qué medida el individuo se cree capaz, importante, digno y con éxito. En resumen, la autoestima es un juicio personal de dignidad, que se expresa en las actitudes del individuo hacia sí mismo’.
Otra explica que la autoestima es ‘la satisfacción personal del individuo consigo mismo, la eficacia de su propio funcionamiento y una evaluativa actitud de aprobación que él siente hacia sí mismo’.
Un tercer enfoque señala que es ‘la confianza en nuestra capacidad de pensar y de afrontar los desafíos básicos de la vida’.
Uno de los más importantes estudiosos del tema enfatiza así su importancia: “Díganme cómo juzga una persona su autoestima y les diré cómo actúa esa persona en el trabajo, en el amor, en el sexo, como padre, en cada aspecto importante de su existencia... y hasta dónde puede ascender en la vida. La reputación que nos forjamos ante nosotros mismos -nuestra autoestima es el único factor de fundamental importancia para alcanzar la plenitud”.
Hay un gran acuerdo en torno a que ‘LA AUTOESTIMA ELEVADA NO CONSISTE EN UN ENGREIMIENTO RUIDOSO. Es, en cambio, un silencioso respeto por uno mismo, la sensación del propio valor. Cuando uno la siente en lo profundo del ser, se alegra de ser quien es. El engreimiento no es más que una delgada capa que cubre la falta de autoestima. Aquel cuya autoestima es elevada, no pierde el tiempo en impresionar a los demás : sabe que tiene valor’.
Por lo tanto, cuando un hombre ya no experimenta la necesidad de ser sobresaliente, tiene más libertad para ser él mismo, y para trabajar de acuerdo con sus deseos y sus talentos.
Abel Cortese
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