Al igual que algunos organismos vegetales, las empresas deben hoy aprender a sobrevivir con éxito utilizando una fuerza interna que antes, con las condiciones benignas del mercado, no creían necesario aprovechar: su gente.
Existe una extraña planta, llamada saxífraga, que crece en lugares inhóspitos y desérticos, y tiene un tallo muy ramificado y velludo, con grandes flores de pétalos blancos.
Su nombre proviene del latín: de los términos SAXUM, piedra, y FRANGERE, romper.
Se caracteriza, principalmente, por crecer sobre las rocas, CREANDO SU PROPIO SUELO.
La saxífraga posee una determinada substancia química en sus raíces, que le permite elaborar su propio suelo, resquebrajando la piedra y desintegrando la roca sobre la cual vive.
El ejemplo de este interesante vegetal sugiere el secreto mediante el cual muchas empresas -si no la mayoría- han llegado al mejor de los éxitos: creando, de su propia substancia (eficaz organización, metas y objetivos ambiciosos, planificación y control y motivación humana excepcional), los elementos que les valieron el crecimiento y la perdurabilidad.
Si una empresa no encuentra preparado el mejor terreno bajo sus pies -lo cual es un hecho muy frecuente-, de su propia gente y de su propia estructura, deberá sacar las energías necesarias que alimenten la fuerza competitiva, el valor, la fe, la iniciativa y el deseo de crecimiento.
Como la saxífraga, es posible crecer y prosperar en las condiciones más adversas imaginables, de hecho, incluso en condiciones que parecen imposibles para la vida, como lo demuestra la Naturaleza.
Hoy las empresas deben sacar de sí mismas toda la fuerza posible, utilizando nuevas perspectivas y nuevas herramientas que potencien su papel en el mercado.
Una de las nuevas perspectivas es comprender el verdadero valor de su capital humano.
Abel Cortese
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