La concentración no debe ser un proceso ininterrumpido.
Al encarar una situación o problema, ejercer la concentración (o sea: poder de observación, detención del pensamiento en todos los aspectos), pero dejando luego que aparezcan todos los razonamientos, ideas e imágenes que se relacionen con él. Permitir que se desarrollen.
Después volver al tema, fijando otra vez la atención en él.
Alternar un modo y otro de tratar el problema.
Esto produce un enriquecimiento y profundización, tanto de la concentración como de la elaboración creativa de soluciones.
Así no hay tanto esfuerzo de concentración habitual, y se ensanchan las perspectivas del tema, se potencian las asociaciones, y se "toma distancia".
En los momentos de reflexión la concentración debe ser evitada, ya que limita el campo del pensamiento.
Abel Cortese
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