Muchos autores asignan al proceso creativo distintas etapas, en el orden siguiente:
Intuición inicial: Establecer con claridad un problema por resolver o una actividad a comenzar.
Preparación: Se investigan todas las formas viables para desarrollar la idea incipiente.
Incubación: se deja ‘descansar’ el tema, llevándolo siempre en la consciencia.
Inspiración: se produce el relámpago creativo, que suele surgir después de un largo trabajo subconsciente.
Verificación: trabajo racional y metódico para distinguir, parcial o totalmente, la validez objetiva de la intuición, de los errores o meras expresiones de deseo.
Esta última etapa es crucial, porque es sumamente importante DISTINGUIR LA VERDADERA INTUICION DE LOS MEROS DESEOS, CONSCIENTES O INCONSCIENTES.
Abel Cortese
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