El hombre que experimenta un mayor crecimiento personal como resultado de cierta circunstancia fortuita, quizá de cualquier manera estaba preparado para madurar. Pasteur decía que la suerte favorece a la mente preparada. El hombre derrotado por las circunstancias quizá pudo triunfar de haber estado hecho de otro material.
Todos conocemos a individuos cuya madurez y aprendizaje sólo pueden explicarse en términos de un impulso interno, de una curiosidad, de un elemento de búsqueda y exploración en su personalidad.
El capitán William Cook, célebre explorador, declaraba: "Yo... tenía la ambición no sólo de llegar más lejos de lo que jamás había llegado antes hombre alguno, sino de llegar hasta donde le fuese imposible llegar a cualquier hombre". De la misma forma que la inquieta búsqueda de Cook lo llevó a recorrer la faz de la Tierra, otros hombres se embarcan en odiseas de la mente y el espíritu".
Y se embarcan aun cuando las condiciones internas y externas no sean las óptimas.
Para poner sólo un ejemplo notable: Charles Goodyear carecía de formación científica, y no tenía más que instrumentos rudimentarios, como un fogón de cocina, para hacer sus experimentos. Pero tenía fe ciega en su búsqueda del proceso de vulcanización del caucho, y persistió a pesar de sus necesidades económicas y los contratiempos personales, hasta que descubrió el proceso.
Abel Cortese
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