2/9/09

La autoestima y nuestros hijos

La opinión de los especialistas es contundente: ‘LA AUTOESTIMA ES EL FACTOR QUE DECIDE EL ÉXITO O EL FRACASO DE CADA NIÑO COMO SER HUMANO’.

‘¿Alguna vez se imaginó usted a sí mismo como espejo? Pues sepa que lo es: un espejo psicológico que su hijo emplea para construir su propia identidad. Y sepa también que toda la vida de él ha de resultar afectada por las conclusiones que obtenga de la observación implícita.

Los niños nacen sin sentido del yo. Cada uno de nosotros debe APRENDER a ser humano, en el sentido que usted y yo asignamos a esa palabra. En ocasiones, se han hallado niños que lograron sobrevivir en completo aislamiento respecto de otras personas. Carentes de lenguaje, de conciencia, de necesidad de los demás y de sentido de la identidad, el ‘niño lobo’ es humano sólo en apariencia. El estudio de semejantes casos nos enseña que la personalidad consciente no es instintiva. Se trata, en cambio, de una realización social, que aprendemos de la vida en contacto con los demás’.

Todo niño normal viene al mundo con la potencialidad necesaria para alcanzar la salud mental. Pero que esa potencialidad florezca o no, estará determinada por el clima psicológico en que le toque vivir.

La autoestima, por lo tanto, DEPENDE DE LA CALIDAD DE LAS RELACIONES QUE EXISTAN ENTRE EL NIÑO Y AQUELLOS QUE DESEMPEÑAN PAPELES IMPORTANTES EN SU VIDA
Esta es la gran responsabilidad al criar hijos. LA CLAVE DEL ÉXITO DE LOS PADRES RESIDE EN AYUDAR A LOS NIÑOS A DESARROLLAR ALTOS NIVELES DE AUTOESTIMA.

Porque TODO NIÑO SE VALORA A SÍ MISMO TAL COMO HAYA SIDO VALORADO.

Amar verdaderamente a los hijos es, desde luego, fomentar su autoestima. Al sentirse digno de ser amado, la confianza en su propia persona permite al niño ACEPTAR SU FALTA DE CIERTAS HABILIDADES SIN PELIGRO PARA SU AUTOESTIMA.

Los defectos propios no representan para él pruebas de ineptitud personal, sino zonas de crecimiento. De lo contrario, al esperar alcanzar la perfección en todo, nada de lo que hace le parece aceptable.

Abel Cortese

No hay comentarios:

Publicar un comentario