Como lo señaló el filósofo inglés David Hume, no puede imaginarse ningún paso lógico que conduzca de lo conocido a lo todavía desconocido.
En términos ideales, debe permitirse a la mente aceptar información al azar de cualquier fuente. Esta información no es seleccionada ni archivada en distintas categorías, sino que se le permite interactuar libremente. La atención vuela rápidamente por todo el campo, observando pero sin organizar, deteniéndose suficiente tiempo en una idea que surge como para seguir su desarrollo, pero no tanto como para obligarla a entrar en un molde relevante.
La SERENDIPIDAD, descubrimiento o innovación por azar, es una de las más usadas herramientas creativas, y responde un poco al principio enunciado por el científico Louis Pasteur, cuando dijo que ‘el azar favorece a los espíritus preparados’.
La palabra fue usada por primera vez con este significado en 1754, cuando el escritor inglés Horace Walpole escribió, en carta a un amigo: ‘Este descubrimiento ciertamente es casi de esa clase que yo llamo serendipidad... Leí una vez un tonto cuento de hadas llamado Los Tres Príncipes de Serendip (antiguo nombre de Ceylán, ahora Sri Lanka): cuando sus altezas viajaban hacían muchos descubrimientos, por accidente y sagacidad, de cosas que no estaban buscando'.
La ciencia ofrece numerosos ejemplos de serendipidad, tal como ocurrió con el litio, tranquilizante psiquiátrico descubierto por casualidad mientras se lo ensayaba para curar la gota.
Por eso es muy útil aprender a cosechar todo lo que puede dar el azar.
Abel Cortese
16/9/09
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