Sin embargo, una vez consolidado un hábito, la energía invertida produce muy buenos dividendos.
A poco de mantener cierta disciplina, comienzan su acción verdaderos ‘círculos virtuosos’, ciclos que se refuerzan en las direcciones deseadas. Por ejemplo, el ejercicio físico puede llevar a una espiral reforzadora: nos sentimos mejor, hacemos más ejercicio, nos sentimos aún mejor y hacemos aún más ejercicio...
Abel Cortese
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